Para la Iglesia católica, el año 2016 estuvo marcado por la celebración del Jubileo de la Misericordia. Con tal motivo, el 6 de noviembre, tuvo lugar en Roma el “Jubileo de los presos”. El papa Francisco celebró una misa en la Basílica de San Pedro en la que participaron más de mil encarcelados de todo el mundo. Lo que les dijo el Papa me ayuda a expresar como entiendo esto del “Año Nuevo”.
Estos días se repasan los hechos más significativos del año que termina y se habla de lo que está previsto para el que comienza. De los presos, como cualquiera de nosotros, se conoce como ha sido el pasado y como es el presente. Pero, ¿cuál será su futuro y cuál será el nuestro? ¿Tienen remedio los presos? ¿Tenemos remedio nosotros? ¿Tienen remedio los males de nuestra sociedad?
Actualmente, dada la frecuente descalificación y la condena de los demás, es fundamental creer que “el otro puede ser otro”, es decir, creer que las cosas y las personas pueden cambiar. Lo que dijo el Papa a los presos, vale para todos: “Ninguno de vosotros, por tanto, se encierre en el pasado. La historia pasada, aunque lo quisiéramos, no puede ser escrita de nuevo. Pero la historia que inicia hoy, y que mira al futuro, está todavía sin escribir, con la gracia de Dios y con vuestra responsabilidad personal. Aprendiendo de los errores del pasado, se puede abrir un nuevo capítulo de la vida”.
Por eso les alentó a no perder la esperanza y a tener “la certeza de la presencia y de la compasión de Dios, no obstante el mal que hemos cometido. No existe lugar en nuestro corazón que no pueda ser alcanzado por el amor de Dios. Donde hay una persona que se ha equivocado, allí se hace presente con más fuerza la misericordia del Padre, para suscitar arrepentimiento, perdón, reconciliación, paz”.
Todos nos deseamos un “feliz y próspero año nuevo”. Pero muchas veces es sólo “una frase hecha”, pronunciada superficialmente, sin ninguna esperanza de cambio y sin ningún compromiso concreto de trabajar para que el nuevo año sea feliz y próspero, especialmente para los que peor viven.
No se puede desear un Feliz Año Nuevo y quedarse de brazos cruzados, como quien dice: “A ver si tenemos suerte y este año las cosas van mejor”. Desearle a cualquiera un “feliz y próspero año nuevo” nos compromete a trabajar para que su vida sea más próspera y feliz. Tú y yo podemos hacer mucho para que 2017 sea realmente un AÑO NUEVO, próspero y feliz, para los que nos rodean.
† Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense
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