jueves, 7 de junio de 2018

El catolicismo es una religión histórica.

¿Cuál es la característica que distingue al catolicismo de las demás religiones?


Por: Kenneth Pierce | Fuente: catholic-link 




Hace un tiempo tuve una reunión con personas muy creyentes que estaban preocupadas porque habían visto en televisión (¿habrá sido en Discovery Channel?) que iban a abrir la tumba de Jesús. ¿Qué pasa —me preguntaban— si descubren el cuerpo de Jesús en la tumba? ¿Qué tenemos que pensar sobre la Resurrección? La conversión giró luego sobre los rollos del mar muerto, y se especuló sobre los muchos documentos que permanecían ocultos en algún oscuro rincón del Vaticano… Felizmente no llegamos a reflexionar sobre los marcianos, pues probablemente en otra habitación del Vaticano se guarda información secreta sobre la vida en otros planetas.

A veces pienso que una de las cosas más bonitas de la fe católica es que es amiga de la historia.

La Iglesia —y por tanto todos los católicos— no tiene nada que temer de la historia, ni de la ciencia auténtica, ni de la verdad. En el peor de los casos puede servir para avergonzarnos por tanto pecado cometido por miembros de la Iglesia, pero nunca servirá para desmentir las verdades que sostienen nuestra fe ni los increíbles testimonios de amor y esperanza que han nutrido su peregrinar.

El catolicismo es una religión histórica. El caminar del pueblo judío, preparación para la venida de Jesús, ocurrió en la historia. Jesús nació en una época determinada, que podemos verificar. Conocemos el contexto religioso, cultural y político en el que vivió, y lo podemos confrontar con otros testimonios que nada tienen que ver con la fe.

La historia es amiga de la Iglesia porque la revelación de Jesús fue pública y no había nada que ocultar. Su vida dio autoridad a su mensaje, y su mensaje fue visto por muchísimas personas, que luego se lo contaron a muchas otras más. Como escribió San Lucas: «Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares…». La historia de esos primeros discípulos no fue un cuento de hadas, sino una historia de fidelidad, debilidad, misericordia y redención vivida a los ojos del público de la época.




El video nos recuerda eso. La Revelación fue pública, y público es el mensaje de Jesús. No solo es público: es católico, es decir, universal. Para todos. Y lo que se nos transmite no fue la experiencia subjetiva e individual de una persona, sino el encuentro de muchas personas, miles de personas, con el Hijo de Dios. No hay nada que ocultar de esa historia, y por el contrario, hay que compartirla todo, sin miedo a vivir públicamente esa fe.








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