El Papa invita a la esperanza incluso cuando hay que luchar en la oscuridad; hay que ser valientes.
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco abordó en la homilía de la misa matutina que celebró este martes en la Residencia Santa Marta, el tema de los cristianos que encuentran en la Iglesia un buen estacionamiento, en cambio de ser valientes y de estar anclados a la esperanza cristiana.
Partiendo de la Carta a los Hebreos, el Santo Padre señala que “la del cristiano es una vida valiente”, con esa actitud delante de la vida, como los que se entrenan en un estadio para vencer. Aunque la lectura habla también de la pereza que es lo contrario del coraje. O sea “Vivir en la heladera” para que “todo se quede así”.
“Los cristianos perezosos, los cristianos que no tienen ganas de ir hacia adelante, que no luchan para que las cosas cambien por cosas nuevas que nos harían bien a todos”. Para ellos “la Iglesia es un estacionamiento que les protege la vida y van hacia adelante con todas las aseguraciones posibles. Pero estos cristianos parados, me recuerdan una cosa de que niño nos decían los abuelos: ‘Cuidado con el agua estaña, la que no corre porque es la primera que se corrompe”.
Es la esperanza lo que vuelve valientes a los cristianos, en cambio los cristianos perezosos no tienen esperanza, “están jubilados”, dijo el Papa. Y si bien es lindo irse en pensión después de muchos años de trabajo, “pasar la vida como jubilado es feo”.
La esperanza en cambio es el ancla a la cual atarse en los momentos difíciles: “Aquella esperanza que no desilusiona, que va más allá”. La esperanza “es luchar agarrado a la cuerda” en la “lucha de todos los días”, una “virtud de horizontes, no de cierre”. Y en los momentos oscuros, “aférrate a la cuerda y soporta”.
Los cristianos estacionados se miran solo a sí mismos, porque son egoístas, asegura Francisco. Aunque reconoce que los cristianos valientes muchas veces se equivocan, añade que “todos nos equivocamos”. Y advirtió sobre el hecho de que “quien está quieto pareciera que no se equivoca”.
El Pontífice ha concluido la homilía invitando a preguntarnos. ¿Cómo soy yo? ¿Cómo es mi vida de fe?, es una vida de horizontes, de esperanza, de coraje, de avanzar, o una vida tibia que ni siquiera sabe soportar los momentos difíciles? El Papa invitó a pedir al Señor nos de la gracia de superar nuestros egoísmos, porque los cristianos parados son egoístas.
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